El poema de Mío Cid es el único poema épico castellano cuyo texto se conserva casi completo. Su redacción debe datar de la segunda mitad del siglo XII o primera del XIII, aunque se conoce a través de una copia posterior debida a Per Abad. El manuscrito es cuestión consta de 3.730 versos, en torno a las hazañas de Rodrigo Díaz de Vivar, vasallo del rey Alfonso VI de Castilla. Aunque en el documento nose consigna división alguna entre las distintas partes del argumento, pueden delimitarse tres apartados correspondientes a otras tantas situaciones: Cantar del destierra, Cantar de las bodas y Cantar de la afrenta de Corpes.
El Cantar del Destierro se abre directamente con la desgracia de Rodrigo: la ira del Rey Alfonso VI le obliga a abandonar Castilla (quizás faltan las primeras páginas del manuscrito que explicaría las causas de esta situación). Precipitadamente se despide de su mujer e hijas, que quedan refugiadas en el Monasterio de Cardeña.
Sin apenas sostén económico, Rodrigo y un puñado de leales sobreviven en el destierro y obtienen los primeros éxitos contra los moros: primero Castejón y Alcócer y luego toda la zona de Teruel Zaragoza que se convierten en triibutarios del CId. Alvar Fañez Minaya sobrino del CId es enviado a Castilla a apaciguar la ira del rey Alfonso.
En la corte Castellana las noticias de las batallas producen admiración y ciertos intrigantes desean utilizar el prestigio de Rodrigo en beneficio propio. Esto ocurre con los Condes de Carrión que se apresuran a pedir al Rey las manos de las hijas del Cid, Doña Elvira y DOña Sol. Como resultado, los infantes de Carrión acuden a Valencia, donde se celebran las bodas.
El Cantar de la afrenta de Corpes muestra la cobarde actuación de los infantes durante una batalla contra los moros. Consumidos por la vergüenza y las burlas de que son objeto, los de Carrión deciden desquitarse afrentando a las hijas en el robledal de Corpes. Rodrigo exige justicia del Rey, y este convoca a las Cortes en Toledo. Allí el honor de Rodrigo es reparado en un duelo y las hijas se casan honrosamente con los príncipes de Navarra y Aragón.
La mayor parte del poema goza del verismo histórico. Documentos de la época así lo prueban, la existencia de Rodrigo Díaz de Vivar, (1040-1099) perteneciente a la baja nobleza y lugarteniente de Sancho II de Castilla. Tras ser asesinado el rey en el cerco de Zamora Rodrigo, Mío Cid trabajó a las órdenes de Alfonso VI.
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