LA NOVELA REGIONAL O NOVELA DE LA TIERRA
ANA LUISA MORÁN
LA NOVELA
REGIONALISTA O DE LA TIERRA (1920-1930)
«Los mayores éxitos
de la novela hispanoamericana se dan en las corrientes regionalista y
neorrealista. En las primeras décadas del siglo xx los narradores sintieron
atracción, más que por la ciudad, por la singularidad y la belleza subyugante,
a menudo trágica, de la naturaleza americana.
En los novelistas románticos y en los gauchescos ya
se había manifestado esta atracción. La novela realista y la naturalista
prestaron atención, además de al hombre, al entorno y la naturaleza que
constituían su ámbito vital. En la novela hispanoamericana «de la tierra» puede
parecer que el hombre no interesa en cuanto tal, sino en cuanto vive en un
mundo natural que acaba por convertirse en protagonista verdadero. La
fascinación de la tierra americana no era nada nuevo: los propios cronistas de
la conquista habían quedado subyugados por el paisaje, y el hechizo se repite
en los novelistas del siglo xx. Al contacto con los elementos, el escritor
parece encontrar su veta más auténtica, una fuente inagotable de inspiración que
le da la posibilidad de crear una novela con características inconfundibles.
La naturaleza –pampa, selva virgen, río misterioso
o caudaloso, desierto interminable lleno de sugestión o reino de desolación–
atrae profundamente al escritor y le induce a manifestar sus propias emociones
en obras que construyen la epopeya del continente americano. De este modo surge
una literatura nueva que es para algunos críticos la única voz realmente
original de América, expresión genuina de un mundo que logra, mediante la complejidad
de sus elementos, atraer la atención de un numeroso público lector.» [Giuseppe
Bellini]
El tema fundamental de la novelística de los años
1920 a 1930 es la Civilización contra la Barbarie, la visión de la naturaleza
como fuerza enemiga, pero fascinante, lo telúrico (la influencia del suelo de
una comarca sobre sus habitantes). La tierra se convierte en la protagonista
principal y refleja en sí misma una humanidad dominada por pasiones primitivas
y, no obstante, rica también en valores espirituales, que merece la pena
explorar.
El novelista se siente profeta de tiempos nuevos y
libertador del atraso cultural. El protagonista de esta novela de la selva,
novela de la tierra, es siempre la naturaleza exuberante.
La técnica es, en parte, la del realismo del siglo
XIX, pero con gran influencia del modernismo en cuanto al estilo. Modelo
ejemplar de esta corriente novelística es el colombiano José Eustaquio
Rivera, autor de La Vorágine (1924), la única novela que
escribió este colombiano, prototipo de "novela de la selva" y una de
las cumbres de la novela criolla y epopeya de la naturaleza tropical.
En sus comienzos la narrativa del siglo xx no hace
más que continuar las tendencias del siglo anterior. Varios escritores dan a la
luz, a comienzos del xx, algunas de sus obras más importantes. Tendencias como
la «novela gauchesca» tienen su prolongación en el siglo xx y parecen encontrar
de pronto nueva fuerza en el ámbito del Modernismo.
JOSÉ EUSTASIO
RIVERA
José Eustasio Rivera (Colombia, 1888-1928),
escritor y político, trabajó como abogado y participó en la fijación de los
límites entre Venezuela y Colombia. Esas actividades le permitieron
conocer Los Llanos de su país y también la selva tropical,
experiencias decisivas para su breve e intensa obra literaria, que se divide en
dos vertientes, la poesía y la novela. Su vida aventurera e infeliz transcurrió
en buena medida en contacto con la selva virgen.
Desde muy pronto empezó a ser conocido por sus
poemas y sonetos. De 1906 a 1909 son “Gloria”, “Triste”, o “Diva, la virgen
muerta”. En 1917 se graduó en Derecho y Ciencias Políticas.
OBRAS
Gloria,
Triste,
Diva, la virgen muerta, poemas y sonetos escritos entre 1906 y 1909.
Tierra de promisión (1921), colección de más de trescientos sonetos, estructurada en
tres partes, dedicadas a la selva, las cumbres y los llanos respectivamente, y
en la que es evidente una herencia modernista. De su poesía el propio Rivera
escribió: “Quizá mi fuente de poesía estaba en el secreto de los bosques
intactos, en la caricia de las auras, en el idioma desconocido de las cosas”.
La vorágine (1924) es su obra más representativa y a la que debe su fama.
ARGUMENTO
DE LA VORÁGINE
Arturo Cova, su protagonista y narrador, huye con
su amante a Los Llanos y luego a la selva, peripecia que permite la descripción
y la crítica de las condiciones de vida de quienes habitan en esos espacios. El
protagonista pierde a su amante, la persigue a través de la selva amazónica, la
vuelve a encontrar, pero al final se pierden los dos y no que “ni rastro de
ellos, los devoró la selva”. La selva se convierte en verdadero protagonista:
concreción de fuerzas cósmicas o infernales que acosan al hombre hasta
devorarlo.
Contra la tradición literaria romántica de idilios
bucólicos con la naturaleza, aquí es la naturaleza terrible, devoradora,
implacable, como Gran Madre que devora a sus hijos. Es también misteriosa y
seductora: “La selva asusta, y oprime, la espesura marea, al intentar huir nos
extraviamos. Así muchos caucheros no volvieron a salir nunca”.
La selva es animal, monstruo vivo. A ella se
aplcian fuertes metáforas de tipo sexual: es símbolo de potencia aniquiladora,
como las tambochas, hormigas carnívoras que arrasan cuanto toca. Pero también
los árboles: “Te miran, murmuran algo terrorífico, se hacen señas, no hables,
porque las ramas remedan tu voz”. En este ambien asfixiante se desarrolla la
lucha del hombre contra la naturaleza para dominarla y extender el ámbito de la
civilización.
Pero Rivera parece ser pesimista: “La ferocidad
humana multiplica la crueldad de la naturaleza. Insiste en el fatalismo
natural: “Ah, selva, esposa del silencio, madre de la soledad. ¿Qué hado
maligno me dejó prisionero en tu cárcel verde? El destino implacable me lanzó a
las pampas, par que ambulara vagabundo, como los vientos y me extingiera como
ellos, sin dejar ruido y desolación”.
Al lado de este fatalismo, hay muchos puntos de
crítica social en toda la novela: la situación de los caucheros. Sobresale la
denuncia del trato al que se veían sometidos los trabajadores de las
caucherías. La voracidad de la naturaleza es incontenible y el hombre sucumbe
bajo la milagrosa y siniestra fuerza que ella engendra. Pero no es la
naturaleza en sí el fatídico origen de la barbarie, es solo la escenografía
hostil, como lo será, en la civilización industrial, lo que Bertolt Brecht
llamó “la jungla de las ciudades”.
La violencia del héroe en esta novela viene del
código latente: la supervivencia es superios a cualquier sentimiento. Ningún
sentimiento es posible si no está vinculado a este de la supervivencia. Arturo
Cova, el héroe: “Antes de que me hubiera apasionado por mujer alguna, jugué mi
corazón al azar y me lo ganó la violencia”. En el fondo, Cova es un héroe
romántico (en 1924, la lucha entre el estilo romántico y el modernista no se
había definido aún en Colombia).
La violencia le arrebata todo. Hasta el final de la
novela, cuando Alicia parece perdida en la “vorágine”, seguirán sonando
irreales y arbitrarias las especulaciones de Cova referentes al amor de Alicia.
Esta novela presenta la experiencia de la selva, ante la obstinación de un
amor, precario en su realidad e imaginario y delirante en su expresión.
Esta narración amorosa describe las tres etapas del
amor romántico: Fuga > separación > reencuentro imposible. “No obstante
es el hombre civilizado el paladín de la destrucción”: En la selva se han
refugiado los marginados sociales, los desechos de la sociedad, los hombres que
habitan la selva son los demonios desatados en un infierno mucho más atroz que
la naturaleza misma. El crimen pierde su carácter de monstruosidad social, es
un instrumento de dominación. El menor asomo de bondad o el más leve intento de
redención resultan extravagancias, insensateces sin eco posible. La violencia
desencadena un mundo alucinante en el que la naturaleza se hace activa y entra
en complicidad con el terror humano.
El raptor Cova empezará a ser el raptado, el
burlado por mecanismos sociales que le son extaños. Será víctima, como la
servidumbre de las caucherías, de un mecanismo de violencia que lo arrastra
hasta que él mismo tiene que ejercer la violencia para sobrevivir. Su refinamiento
cultural queda destruido al contacton con la selva y sus habitantes en las
caucherías. En un ambiente de enriquecimiento y violencia, la soledad solo
tiene salida en irrisorias copulaciones y borracheras. Todo contacto con la
civilización queda obstruido en el contacto con la selva, sus ríos profundos y
sus fieras (humanas y naturales).
El tema de la situación social de los caucheros y
la violencia se complementa con el tema de la soledad del protagonista, su
misantropía, desvaríos y vagos sueños (“¿Para qué nos dieron alas en el
vacío?”). En este paisaje tropical reina la violencia, la aventura y la pasión
desmesurada.
El estilo es a veces de un gran retoricismo
grandilocuente por influencia del modernismo (superabundancia de adjetivos):
“Las aguas desconocidas de un río recóndito, salvaje, terrible”. Los méricos de
esta novela no residen ni en el estilo ni en la trama pueril a veces, sino en
la visión épica, en la poesía grandiosa de la naturaleza con la que ha tenido
que enfrentarse el hombre americano.
Palpita la presencia de la selva, inmenso infierno
verde donde sufre y languidece una humanidad ignorada por el mundo, que deriva
fatalmente hacia el crimen y la muerte. Rivera escribe en una especie de
delirio romántico: la selva asume un aspecto alucinante, de criatura enferma,
en la frontera indefinible de una locura que se contagia a los seres que viven
en contacto con ella. Domina la desesperación; todos los protagonistas están
espiritual y físicamente enfermos, les asalta una esquizofrenia atormentada e
inquietante, la misma que parece dominar la selva. La novela deja en el lector
una impresión de profunda angustia. El inmenso mundo verde se convierte en
infierno real, poblado únicamente por criaturas decadentes.
Caracteres parecidos se dan en otro representante
de esta corriente de narrativa telúrica, el genezolano Rómulo Gallegos, un
novelista que ha contribuido a la fama universal de la literatura americana.
Así como Rubén Darío fue el primero en hacer universal la poesía americana,
Gallegos hizo lo mismo con la novela.
RÓMULO GALLEGOS
FREIRE
Rómulo Gallegos Freire (Venezuela, 1884-1969),
novelista y político, presidente de la República (1948). De familia humilde, se
hizo maestro y ejerció como profesor entre 1912 y 1930. Durante ese periodo,
publicó numerosas novelas centradas en la vida de su país. Doña
Bárbara (1929), su obra más conocida, describe la
infructuosa lucha contra las fuerzas de la tiranía en Venezuela. Las críticas
en este novela contra el dictador Juan Vicente Gómez llevaron al autor al
exilio en 1931. Tras su regreso, fue nombrado ministro de Educación, pero sus
esfuerzos para llevar a cabo una profunda reforma escolar fracasaron, y se le
obligó a dimitir.
En 1945 participó en el golpe militar que llevó al
poder a Rómulo Betancourt como presidente provisional del país, y él mismo fue
elegido presidente de Venezuela, cargo que desempeñó durante menos de un año
(febrero-noviembre de 1948), ya que no pudo equilibrar las fuerzas políticas
contrarias, y se exilió ese mismo año marchándose a vivir a Cuba y luego a
México. Regresó a su país en 1958, donde permaneció hasta su muerte.
Rómulo Gallegos ha interpretado como nadie el
complejo espíritu de su país en una serie de novelas que han consolidado su
fama de narrador. Su obra literaria
está muy ligada a su compromiso político: regeneración nacional. Sus novelas,
dentro de la corriente regionalista, se inspiran en la tierra americana y
tratan de resolver el conflicto que una naturaleza exuberante y salvaje y la
necesidad de hacer de ella una civilización moderna. Pero su estilo no se ciñe
al realismo costumbrista del romanticismo tardío, sino que toma toda la riqueza
lingüística del modernismo para convertir a su país en una realidad multiforme
que traspasa los límites nacionales para hacerse universal.
OBRAS
Reinaldo Solar (1921), su primera novela, plantea las dificultades del
protagonista por armonizar su vida pública y privada. Es una obra significativa
aunque no totalmente lograda; revela numerosas influencias, sobre todo de la lectura
de Pío Baroja en lo que se refiere a la temática de la abulia y el activismo,
con una postura entre Schopenhauer y Nietzsche. El protagonista, Reinaldo, es
esencialmente un abúlico con aspiraciones a superhombre, esquizofrénico e
inconsistente. La atmósfera del libro es gris, turbia, y revela cierta
inmadurez artística.
Los inmigrantes (1922) y
La rebelión (1922), dos novelas cortas que marcan un notable progreso que
anticipa claramente las que serán sus mejores obras.
La trepadora (1925) se centra en el tema de la conquista del poder. Muestra una
neta desvinculacíón de las influencias; y, si bien no da todavía la medida de
las posibilidades del escritor, señala una profunda percepción de la realidad
nacional en la captación de las sugestiones naturales del país y en la
dimensión dramática que alcanzan los conflictos espirituales.
Doña Bárbara (1929) es su primera gran obra, considerada en su momento como la
mejor novela sudamericana. Cuenta el conflicto entre Doña Bárbara, que
significa el aspecto salvaje de la naturaleza, y Santos Luzardo, que es la ley,
el orden, el futuro, la modernidad. La síntesis surgirá con Marisela, la hija
de doña Bárbara que educa Santos Luzardo.
Cantaclaro (1934).
Parece como si en esta novela, que carece de trama propiamente dicha, el autor
hubiese querido dar rienda suelta a su lirismo, preocupado solamente por interpretar
la dimensión interior de su patria. Es la poesía errante, vive de la
fascinación del relato, de las supersticiones de los habitantes del llano.
Gallegos se deja llevar por acentos íntimos, recogidos, pero sin olvidarse de
las miserias y angustias de su pueblo que, al contrario, aparecen cada vez con
más insistencia, al tiempo que se ponen de relieve las convicciones políticas y
sociales del escritor.
Canaima (1935)
alcanza mayor perfección estructural, es más sutilmente poética en cuanto a la
compenetración del autor con la naturaleza, con la selva virgen en este caso,
obsesionante extensión arbolada que satura las páginas del libro. Al aire
libre, al paisaje sin confines del llano venezolano propio de Doña Bárbara,
sucede el paisaje denso, desmesurado, rebosante de humores de la selva,
encarnación de «Canaima», espíritu del mal, en continua lucha con «Cajuni»,
espíritu del bien. La selva encarna el espíritu violento, trágicamente
destructivo, de los nativos, seres elementales y primitivos, marginados en un
mundo que los representa de manera imperfecta. Ríos de aguas fangosas,
leonadas, turbias, rojizas, otros de aguas azuladas, depurados por miles de
cascadas, convergen en las aguas anónimas del Orinoco que representa, con
evidente significado simbólico, la confluencia de las pasiones y los delitos
humanos en el único río de la vida. Esta novela también pone el acento en lo
social: acusación contra los abusos a que se somete al pueblo venezolano, único
representante legítimo de la patria.
Pobre negro (1937),
novela en la que se debate el problema racial, en una valiente superación de
los prejuicios. La novela es además sumamente importante por otro de los
problemas que en ella se tratan: el de la revuelta armada. El mismo tema había
sido tratado ya con tonos de tragedia en Cantaclaro; sinpero Pobre
negro es la obra que más abiertamente se ocupa del drama de la guerra
civil. Gallegos parece ver en el horror de la destrucción la señal del
despertar de un pueblo que busca su camino a tientas. La rebelión, que se
enfrenta a un estado que no representa a la nación sino solamente a los
intereses de la oligarquía, le parece a Gallegos legítima pese a sus dolorosas
consecuencias de destrucción material y moral. La revuelta popular ocupa toda
la parte final de la novela.
La rebelión (1946), libro de cuentos.
Gallegos sigue una técnica tradicional, con
diálogos directos, estructura lineal, capítulos iniciados por epígrafes y demás
convenciones de la novela realista. En su prosa está patente la influencia del
modernismo.
ARGUMENTO
DE DOÑA BÁRBARA
Es una novela de ambiente bárbaro y salvaje,
cercano a la épica. En esta novela, la naturaleza sigue siendo la protagonista.
Es la novela de Los Llanos venezolanos: extensa región de las sabanas
tropicales de Venezuela, Colombia y otros países sudamericanos. Son grandes
extensiones de tierras planas, interrumpidas por accidentes menores como
ondulaciones, galeras, médanos y mesas. En Venezuela, la región de Los Llanos
está situada en el centro del país y está constituida básicamente por la cuenca
hidrográfica del río Orinoco.
Doña Bárbara es una novela maestra de descripción realista con elementos
impresionistas de gran vivacidad. La emoción poética se desborda en expresiones
como: “Ancho llano, inmensidad bravía, ancha tierra buena para el esfuerzo y la
hazaña”. El tema es la lucha entre la ciudad y el campo, la ciudad y el llano,
y la rutina y el trabajo innovador, la fuerza bruta y la justicia, la barbarie
y la civilización.
Los personajes ofrecen una dimensión simbólica
fácilmente perceptible hsta en sus nombres: Doña Bárbara es la llanura salvaje;
posee la hacienda El Miedo. El protagonista es Lorenzo Luzardo. Al final
triunfa la hacienda Altamira sobre la hacienda El Miedo de Doña Bárbara. El
yanqui intruso es Pernalete (cacique); su secretaria cobarde y débil es
Mujiquita. La joven Marisela es la personificación del alma de la raza, abierta
como el paisaje a toda acción mejoradora.
Todo esto que que aumenta la dimensión social de la
obra, la perjudica literariamente, al ser la trama ingenua y los personajes
esquemáticos. Pero es grandiosa la descripción de “los trabajos y los días” en
Los Llanos venezolanos. El esfuerzo creador del hombre contra el destructor de
la naturaleza. Esta es, por otra parte, como en La vorágine, algo
seductor: “Es la vida grande y fuerte de los grandes ríos, por donde el hombre
va siempre cantando ante el peligro. Es la epopeya misma”.
La novela acaba optimista con la confianza en el
trabajo civilizador del hombre: “Llanura venezolana, propicia para el esfuerzo
como lo fue para la hazaña, tierra de horizontes abiertos donde una raza buena
ama, sufre y espera”.
Se trata de una novela didáctica: Gallegos presenta
la situación de Venezuela y la posibilidad de mejoramiento mediante la
educación. En Doña Bárbara el conflicto se
desarrolla entre civilización y barbarie: en ella está ampliamente expresada la
ideología del escritor, partidario de una justicia plena, de una civilización
que se imponga a los privilegios, del gobierno, del ejército y del clero y que
tenga en cuenta el verdadero componente humano del país. La naturaleza,
imponente, sugestiva por su lujuria y sensualidad, pero también por la pureza
de su luz espiritual, se encarna en Bárbara, símbolo de la violencia; la
civilización tiene su campeón en Santos, el «doctor" al que la ciudad ha civilizado,
haciéndolo partidario de la justicia contra la arbitrariedad. En la novela
queda definida la posición del autor ante la condición de su país.
El mismo tema telúrico continúa en la novela
gauchesca de Ricardo Güiraldes con su novela cumbre Don Segundo Sombra.
RICARDO
GÜIRALDES
Ricardo Güiraldes (Argentina, 1886-1927), escritor
de actitud cosmopolita que, sin embargo, exaltó los amplios espacios argentinos
y elogió la vida de los gauchos. Nació en Buenos Aires en el seno de una
familia patricia y adinerada, lo que le permitió viajar con frecuencia a Europa
y adquirir un espíritu cosmopolita. Contribuyó a la formación de núcleos
juveniles y en sus últimos años recibió la influencia del hinduismo oriental y
evolucionó hacia formas más espirituales.
OBRAS
El cencerro de cristal (1915), libro de versos que lo vincula con
las experiencias de Vicente Huidobro y Oliverio Girondo.
Cuentos de muerte y de sangre (1917)
Raucho (1917), su primera novela en la que ya aparece su binomio de
entusiasmo por lo cosmopolita –Raucho se enamora de París– y su fascinación por
la tierra americana, pues el protagonista regresa a la Pampa. Se trata de una
obra de escaso valor, basada en el tema del choque entre la sensibilidad
original del hombre del campo y la vida mecánica en la ciudad, de horizontes
limitados. En la vuelta del protagonista a la Pampa, desilusionado de su
estancia en Buenos Aires y París, se encuentra el primer atisbo de la figura de
Don Segundo Sombra. El elemento autobiográfico domina el libro.
Rosaura (1922), novela corta en la que se percibe el mismo hálito viajero
y cosmopolita. De atmósfera sencilla y melancólica, en sus tonos poéticos
revela lecturas de Laforgue, Baudelaire, Flaubert y Villiers de L’Isle-Adam.
Xaimaca (1923), una novela epistolar que le sirve para contar el viaje que
realizó a Cuba y Jamaica. Es un diario de un viaje sentimental escrito en prosa
poética, última etapa antes de su obra maestra.
Don Segundo Sombra (1926), es su obra más famosa, una novela señera para su época.
En sus últimos textos domina su orientación hacia
inquietudes espirituales, místicas, teosóficas e hinduistas, como lo acreditan
los textos publicados después de su muerte:
Poemas solitarios (1928)
Poemas místicos (1928)
El sendero. Notas sobre mi evolución espiritualista en vista de un futuro (1932),
en el que da testimonio de sus lecturas e ideas.
Como poeta, Güiraldes publicó una sola colección de
versos, El cencerro de cristal (1925). En ella se nota la
influencia de la poesía francesa contemporánea pero también el anuncio de las
corrientes vanguardistas que más tarde triunfarán en la Argentina, sobre todo
el Ultraísmo.
ARGUMENTO
DE DON SEGUNDO SOMBRA
La novela narra la iniciación de un joven bastardo
a manos del último gaucho, todo ello mezclado con descripciones de la vida
campesina, relatos tradicionales y descripciones de la naturaleza que la
imbrican en el regionalismo americano.
Don Segundo Sombra es un gaucho real como Fierro
(de Hernández). Fierro es un hombre de mala fama y de buen corazón, Don Segundo
es un gaucho sentencioso y silencioso. Mientras el Fierro es alegato poético
social, Don Segundo es un mensaje artístico. Ya no es el héroe el gaucho de
mala fama y bueno de corazon, víctima de la injusticia, sino el gaucho bueno,
medio vencido y nostálgico héroe de la raza que va desapareciendo con la
modernidad argentina.
Don Segundo es una obra universal, como el Quijote, es el Quijote
de las Pampas: bueno, sencillo, noblote y sobrio. Tiene un ideal social, pero
velado por el buen gusto: colaboración de clases y razas para formar una patria
estable.
Si Hernández es un político resentido que vive en
tiempos violentos de injusticia, Güiraldes es un poeta nostálgico y universal.
Su obra es síntesis de lo criollo y de lo humano universal, de lo ral y lo
lírico, de lo popular folclórico y lo artístico. En el país inmenso argentino,
la sombra del gaucho es la memoria del hombre. El gaucho viril, recio, oscuro,
elocuente, dramático y natural.
Sarmiento presenta al gaucho como encarnación de la
barbarie, Hernández defienda la barbarie contra la civilización injusta.
Güiraldes hace del gaucho una figura humana universal, sin dejar de ser el
prototipo de lo argentino. En Don Segundo Sombra, la Pampa también
se trata al gaucho, pero no lo doma, como la selva o la Llanura venezolana, ni
el gaucho está indefenso frente a la naturaleza.
El héroe de Güiraldes tiene mucha herencia
española: el hombre fuerte y recio frente a un mundo más poderoso que su
voluntad. Se parece más al Cid o al Quijote que a los demás héroes de las
novelas naturalistas telúricas americanas. El personaje legendario de Güiraldes
se convierte en arquetipo americano. Güiraldes abre una tradición literaria que
abandona el complejo culturalista de mimetismo europeo y el localismo
criollista o indigenista.
Esta obra es una de las más importantes de la
literatura argentina y su publicación fue acogida con euforia por todos los
sectores sociales e intelectuales. Como hecho sociológico no deja de ser
sorprendente que liberales, conservadores, nacionalistas y radicales la
aplaudieran. Incluso en un momento en que Argentina se está modernizando,
Güiraldes se adentra en el mundo rural. El éxito residió precisamente en este
aparente ir contra corriente: a través de un nacionalismo sutil, lo que hacía
era recuperar el pasado, “el alma argentina” por medio de una prosa poética,
rica en imágenes y muy novedosa:
«La silueta
reducida de mi padrino apareció en la lomada. Pensé que era muy pronto. Sin
embargo, era él, lo sentía porque a pesar de la distancia no estaba lejos. Mi
vista se ceñía enérgicamente sobre aquel pequeño movimiento en la pampa
somnolienta. Ya iba a llegar a lo alto del camino y desaparecer. Se fue
reduciendo como si lo cortaran de abajo en repetidos tajos. Sobre el punto
negro del chambergo, mis ojos se aferraron con afán de hacer perdurar aquel
rasgo».
En Don Segundo Sombra (1926) la
pampa argentina y los hombres que la habitan viven idealizados por el recuerdo,
contemplados a través del velo de melancolía con que se observan las sombras de
las cosas desaparecidas definitivamente. Es una obra rica en acentos humanos,
escrita en un estilo casi siempre de lograda poesía. La tierra argentina
adquiere tonalidades íntimas como no había sabido dárselas ningún escritor
hasta entonces.
Los panoramas nostálgicos se prodigan a lo largo de
toda la novela sirviendo de fondo al protagonista, figura gauchesca idealizada
que se agranda página tras página. En la interminable pampa vive su amor por la
tierra, por la vida libre, a la intemperie, una vida a la que no sabe renunciar
ni siquiera ante la perspectiva del bienestar material.
A partir de Don Segundo Sombra la novela gauchesca
no necesita más ejemplos; ya no habrá nadie capaz de igualar su atmósfera, a la
vez recogida e intensamente épica.
BENITO LYNCH
Benito Lynch (Argentina, 1885-1951), escritor,
nacido en La Plata, que fue, después de Güiraldes, el más importante
representante del criollismo. Desde niño vivió en una estancia, lo que le
permitió un conocimiento cabal de la vida de los gauchos sedentarios, de las
estancias y sus dueños, de la valoración concedida al gringo y el desprecio al
nativo.
OBRAS
Los caranchos de la Florida (1916-1919)
Raqueta (1918)
El inglés de los güesos (1922), en la que aplica su experiencia en el
mundo de los gauchos. Juzga a la civilización urbana representada por el
personaje Mr. James. Lynch toma partido por el mundo primitivo a través del
personaje la Negra y sostiene que sólo los seres sencillos son capaces de amar
verdaderamente, contrariamente a la civilización urbana que obstaculiza la
felicidad.
Romance de un gaucho (1930). Lynch introdujo en la novela gauchesca una bocanada de
aire nuevo, la serenidad en sus descripciones de la vida del campo, tranquilas,
mesuradas y sin estridencias. En sus páginas el gaucho responde a lo que había
sido su figura en la realidad.
ARTURO USLAR
PIETRI
Arturo Uslar Pietri (Venezuela, 1906-2001),
novelista cuyo interés por su país queda claramente reflejado en su obra
narrativa y en su actividad política. Doctor en Ciencias Políticas en 1929, fue
ministro de Educación (1939-1941); secretario de la Presidencia de la República
(1941-1943); ministro de Hacienda (1943); ministro de Relaciones Interiores
(1945).
Con el derrocamiento del presidente Medina fue
encarcelado y desterrado a Estados Unidos. A su regreso a Venezuela, en 1958,
de nuevo fue detenido por el dictador Pérez Jiménez. Era miembro numerario de
diversas Academias, como la de la Lengua, y obtuvo importantes galardones,
entre ellos, el Premio Nacional de su país en 1954 y el Príncipe de Asturias de
las Letras en 1990.
Uslar Pietri ha obtenido gran fama con novelas en
las que se vale de la historia para estudiar formas llenas de plenitud de la
vida real, como afirmó él mismo.
OBRAS
Las lanzas coloradas (1931) es una novela histórica. Con el fondo de la guerra de
independencia de Venezuela, describe los acontecimientos de ese periodo a
través de las experiencias de un propietario agrícola simpatizante de Simón
Bolívar y de un capataz que apoya la causa de los españoles. Presenta
el inquieto panorama venezolano, los conflictos provocados por la soldadesca
durante la guerra civil; es una novela de protesta que, en algunos aspectos,
puede considerarse próxima a Pobre negro de Gallegos, si bien
esta, posterior a la de Uslar Pietri, es menos segura en cuanto a su
estructura. El rechazo del autor
venezolano a transmitir mensajes sencillos y a estructurar su obra con fines
didácticos, la hace poco convencional.
El camino de El Dorado (1948)
recrea, con cierto tono romántico, la época de Pedro de Ursúa, el momento de
las grandes empresas de la conquista española, con sugestivas intervenciones
del paisaje. Con una vigorosa y variada paleta, abierto a la fascinación de la
naturaleza, Uslar Pietri crea escenarios convincentes y sugestivos, situaciones
de intensa emoción, de las que se alimentan también sus relatos reunidos en
varios volúmenes:
Treinta hombres y sus sombras (1949), colección de relatos breves.
Un retrato en la geografía (1962), es un original retrato de la sociedad
venezolana que consigue transmitir al lector la alienación humana a través de
las impresiones que un prisionero político recién liberado va haciendo del
nuevo paisaje social que encuentra a su salida de la cárcel.
Oficio de difuntos (1976),
inquietante «mural» de la dictadura de Páez y después la de Gómez. Época en la
que «Toda esquina, toda casa, era antesala de la cárcel», narrada con activa
participación en las vicisitudes humanas de Venezuela