lunes, 21 de mayo de 2018

LA POÉTICA DE NERUDA

La poética de Neruda
Ana Luisa Morán


ACERCAMIENTO A PABLO NERUDA
“La poética nerudiana y el lenguaje”
Ana Luisa Morán

Neruda, ha proporcionado algunas claves para el desciframiento de los significados ocultos en su poesía y que ahora aparecen de un modo revelador. Una perspectiva que durante tantos años ha permanecido oculta, y que como siempre emerge de ese  su lugar,  originario, en los lejanos días de la infancia.

Neruda diría un día: “No he hablado gran cosa de mi poesía. En realidad, entiendo bien poco de esta materia. Por eso me voy andando con las presencias de mi infancia. Tal vez, de todas esas plantas, soledades, vida violenta, salen los verdaderos, los secretos, los profundos tratados de poesía, que nadie puede leer porque nadie los ha escrito. Se aprende la poesía, pero a paso entre las cosas y los seres, sin apartarlos sino agregándolos a todos en una ciega extensión del amor”.

En la continua búsqueda de los pequeños objetos, y los minúsculos seres de su mundo en el fondo de la casa, sitúa a Neruda entre la realidad y la fantasía, la insistencia de los estudios por considerar a Neruda un poeta de la racionalidad,  por otra parte se sustenta la tesis que afirma que el elemento fundamental de la energía poética del escritor es su fidelidad al fluir del inconsciente, puesto que está presente en la mayor parte de su obra.

René Menard (1987), en Reflexiones sobre la poesía dice “La poesía sale a la luz tentándola”. Motivo por el cual toda operación poética será reveladora de una actitud poética. Es evidente que en Neruda, el lenguaje surge acompañado de una voluntad consciente, de un optimismo vital que al constituirse crea una apariencia de realidad en la cual algunos de sus estudiosos han creído encontrar un “reflejo de lo real”. Es el mismo poeta quien insiste en conceder a las palabras un valor simbólico no reflejo.

Las palabras se vuelven cosas esenciales, encarnación de los símbolos contenidos en nuestra emocionalidad cuya raíz misteriosa reside en la infancia. Entre estos recuerdos infantiles, objetos, sustancias, reiterados casi obsesivamente, entre ellos: el fuego. Todas las evocaciones que apuntan a su infancia contienen una reiterada enumeración del mundo y de los afectos que marcaron su existencia.

El amor una constante de su poesía.              

Neruda reivindica el amor, la aventura amorosa, nombra lo perecedero. El amor es para el poeta una aventura sin límites, inasible. En Veinte poemas de amor y una canción desesperada el amor se enlaza con el mundo, el amor se encarna.
                                     “Cuerpo de mujer, blancas colinas,  muslos blancos,
                                       Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
                                       Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
                                        Y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.

     En 20 poemas de amor, la amada no tiene nombre, no es identificable: es la mujer. El sentimiento amoroso se expresa de un modo original, surge un nuevo lenguaje poético. Abandona el modernismo, con su rima e impone el versolibrismo. La angustia dolorosa y reminiscente de las imposibilidades, característica del romanticismo decimonónico, es ahora angustia existencial:

                                         “Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
                                          Es hora de seguir otro camino, donde ella no sonría
                                          Ay seguir el camino que se aleja de todo
                                          Donde no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno
                                           Con sus ojos abiertos ante el rocío.

La angustia existencial legitima el deseo, la reivindicación de la sexualidad como instancia básica del amor:
                                        Oh, la boca mordida, oh los besados miembros
                                        Oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados

Veinte poemas de amor, configura un poemario en el que implícitamente el sujeto es el amor, irrumpiendo contra todas las formas establecidas (en el momento de la escritura) y legitimándose por la autenticidad sentida y expresada, su influencia ha marcado la asimilación de las imágenes poéticas metafóricas que podría denominarse “una educación sentimental” de los lectores. Estos poemas configuran un “sentimiento del mundo”, una nueva Weltanschaung en la que la naturaleza (referencia a paisajes, animales y cosas), eros (el deseo, la sexualidad), y angustia (la soledad, el destino, la muerte) se entrelazan sucesivamente  y se extienden sin retorno posible. El poemario se abre y se cierra como una gran extensión del amor.

El amor, la mujer, la naturaleza símbolos constantes en la poesía de Neruda, al mismo tiempo serán testimonio de su experiencia personal, de su paso por el mundo. Los pequeños detalles, las secuencias que capta la mirada, en Los versos del capitán, bajo la apariencia de una historia de amor imposible, vuelve por los caminos exaltados del deseo, de la sensualidad, del erotismo. Al mismo tiempo, estos poemas serán testimonio de su experiencia personal, de su paso por el mundo.

En el universo poético de Latinoamérica, se habla de un antes y después de Pablo Neruda, es el testimonio de un gigante de la creatividad, padre de un lenguaje metafórico que se ha impuesto como una constelación inapelable.






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