Ana Luisa Morán
ACERCAMIENTO A PABLO NERUDA
“La poética nerudiana y el lenguaje”
Ana Luisa Morán
Neruda, ha proporcionado algunas claves para el desciframiento de los
significados ocultos en su poesía y que ahora aparecen de un modo revelador.
Una perspectiva que durante tantos años ha permanecido oculta, y que como
siempre emerge de ese su lugar, originario, en los lejanos días de la
infancia.
Neruda diría un día: “No he hablado gran cosa de mi poesía. En
realidad, entiendo bien poco de esta materia. Por eso me voy andando con las
presencias de mi infancia. Tal vez, de todas esas plantas, soledades, vida
violenta, salen los verdaderos, los secretos, los profundos tratados de poesía,
que nadie puede leer porque nadie los ha escrito. Se aprende la poesía, pero a paso
entre las cosas y los seres, sin apartarlos sino agregándolos a todos en una
ciega extensión del amor”.
En la continua búsqueda de los pequeños objetos, y los minúsculos
seres de su mundo en el fondo de la casa, sitúa a Neruda entre la realidad y la
fantasía, la insistencia de los estudios por considerar a Neruda un poeta de la
racionalidad, por otra parte se sustenta
la tesis que afirma que el elemento fundamental de la energía poética del
escritor es su fidelidad al fluir del inconsciente, puesto que está presente en
la mayor parte de su obra.
René Menard (1987), en Reflexiones sobre la poesía dice “La poesía
sale a la luz tentándola”. Motivo por el cual toda operación poética será
reveladora de una actitud poética. Es evidente que en Neruda, el lenguaje surge
acompañado de una voluntad consciente, de un optimismo vital que al
constituirse crea una apariencia de realidad en la cual algunos de sus
estudiosos han creído encontrar un “reflejo de lo real”. Es el mismo poeta
quien insiste en conceder a las palabras un valor simbólico no reflejo.
Las palabras se vuelven cosas esenciales, encarnación de los símbolos
contenidos en nuestra emocionalidad cuya raíz misteriosa reside en la infancia.
Entre estos recuerdos infantiles, objetos, sustancias, reiterados casi
obsesivamente, entre ellos: el fuego. Todas las evocaciones que apuntan a su
infancia contienen una reiterada enumeración del mundo y de los afectos que
marcaron su existencia.
El amor una constante de su
poesía.
Neruda reivindica el amor, la aventura amorosa, nombra lo perecedero.
El amor es para el poeta una aventura sin límites, inasible. En Veinte poemas
de amor y una canción desesperada el amor se enlaza con el mundo, el amor se
encarna.
“Cuerpo de mujer, blancas colinas,
muslos blancos,
Te pareces al mundo en tu actitud de entrega.
Mi cuerpo de labriego salvaje te socava
Y hace saltar el hijo del fondo de la tierra.
En 20 poemas de amor, la
amada no tiene nombre, no es identificable: es la mujer. El sentimiento amoroso
se expresa de un modo original, surge un nuevo lenguaje poético. Abandona el
modernismo, con su rima e impone el versolibrismo. La angustia dolorosa y
reminiscente de las imposibilidades, característica del romanticismo
decimonónico, es ahora angustia existencial:
“Ansiedad que partiste mi pecho a cuchillazos,
Es hora
de seguir otro camino, donde ella no sonría
Ay
seguir el camino que se aleja de todo
Donde
no esté atajando la angustia, la muerte, el invierno
Con
sus ojos abiertos ante el rocío.
La angustia existencial legitima el deseo, la reivindicación de la
sexualidad como instancia básica del amor:
Oh, la boca mordida, oh los besados miembros
Oh los hambrientos dientes, oh los cuerpos trenzados
Veinte poemas de amor, configura un poemario en el que implícitamente
el sujeto es el amor, irrumpiendo contra todas las formas establecidas (en el
momento de la escritura) y legitimándose por la autenticidad sentida y
expresada, su influencia ha marcado la asimilación de las imágenes poéticas metafóricas
que podría denominarse “una educación sentimental” de los lectores. Estos
poemas configuran un “sentimiento del mundo”, una nueva Weltanschaung en la que
la naturaleza (referencia a paisajes, animales y cosas), eros (el deseo, la
sexualidad), y angustia (la soledad, el destino, la muerte) se entrelazan
sucesivamente y se extienden sin retorno
posible. El poemario se abre y se cierra como una gran extensión del amor.
El amor, la mujer, la naturaleza símbolos constantes en la poesía de
Neruda, al mismo tiempo serán testimonio de su experiencia personal, de su paso
por el mundo. Los pequeños detalles, las secuencias que capta la mirada, en Los versos del capitán, bajo la
apariencia de una historia de amor imposible, vuelve por los caminos exaltados
del deseo, de la sensualidad, del erotismo. Al mismo tiempo, estos poemas serán
testimonio de su experiencia personal, de su paso por el mundo.
En el universo poético de Latinoamérica, se habla de un antes y
después de Pablo Neruda, es el testimonio de un gigante de la creatividad,
padre de un lenguaje metafórico que se ha impuesto como una constelación
inapelable.
No hay comentarios:
Publicar un comentario