”don quijote de la mancha”
Acercamiento al
libro de miguel de cervantes
Don
Quijote representa la primera obra literaria que se puede clasificar como
novela moderna y también la primera novela polifónica, y como tal, ejerció un
influjo abrumador en toda la narrativa europea posterior. La primera parte de
Don Quijote de la Mancha, se publicaría el 16 de enero de 1605 por primera vez,
para en 1615 aparece la segunda parte.
Estructura,
génesis, contenido, estilo y fuentes
La novela
consta de dos partes: la primera, "El ingenioso hidalgo don Quijote de la
Mancha", fue publicada en 1605; la Segunda parte de "El ingenioso
caballero don Quijote de la Mancha", en 1615.
La primera parte se imprimió en Madrid, en casa de Juan de la Cuesta, a
finales de 1604. Salió a la venta en enero de 1605 con numerosas
erratas, por culpa de la celeridad que imponía el contrato de edición. Esta
edición se reimprimió en el mismo año y en el mismo taller, de forma que hay en
realidad dos ediciones de 1605 ligeramente distintas. Se sospecha, sin embargo,
que existió una novela más corta, que sería una de sus futuras Novelas
ejemplares. Fue divulgado o impreso con el título El ingenioso hidalgo de la
Mancha.
La inspiración de Cervantes para componer esta obra vino, al parecer, del
llamado Entremés de los romances, que era de fecha anterior (aunque esto es
discutido). Su argumento ridiculiza a un labrador que enloquece creyéndose héroe
de romances. El labrador abandonó a su mujer, y se echó a los caminos, como
hizo don Quijote. Este entremés posee una doble lectura: también es una crítica
a Lope de Vega; quien, después de haber compuesto numerosos romances
autobiográficos en los que contaba sus amores, abandonó a su mujer y marchó a
la Armada Invencible. Es conocido
el interés de Cervantes por el Romancero y su resentimiento por haber sido
echado de los teatros por el mayor éxito de Lope de Vega, así como su carácter
de gran entremesista. Un argumento a favor de esta hipótesis sería
el hecho de que, a pesar de que el narrador nos dice que don Quijote ha
enloquecido a causa de la lectura de libros de caballerías, durante su primera
salida recita romances constantemente, sobre todo en los momentos de mayor
desvarío. Por todo ello, podría ser una hipótesis verosímil.
La primera
parte, en que se alargaba la previa «novela ejemplar», se repartió en cuatro
volúmenes. Conoció un éxito
formidable y fue traducida a todas las lenguas cultas de Europa. Sin
embargo, no supuso un gran beneficio económico para el autor a causa de las
ediciones piratas.
Primera parte
Cervantes dedicó esta parte a Alfonso López de Zúñiga y Pérez de Guzmán,
VI duque de Béjar. La novela comienza describiéndonos a un tal Alonso
Quijano, hidalgo pobre, que enloquece leyendo libros de caballerías y se cree
un caballero medieval. Decide armarse como tal en una venta, que él ve como
castillo. Le suceden toda suerte de cómicas aventuras en las que el personaje
principal, impulsado en el fondo por la bondad y el idealismo, busca «desfacer
agravios» y ayudar a los desfavorecidos y desventurados. Profesa un amor
platónico a una tal Dulcinea del Toboso; que es, en realidad, una moza
labradora «de muy buen parecer»: Aldonza Lorenzo.
Don Quijote
lucha contra unos gigantes, que no son otra cosa que molinos de viento. Vela en
un bosque donde cree que hay otros gigantes que hacen ruido; aunque, realmente,
son sólo los golpes de unos batanes.
En todas las aventuras, amo y escudero mantienen amenas conversaciones. Poco
a poco, revelan sus personalidades y fraguan una amistad basada en el respeto
mutuo.
Segunda parte
En la novela se juega con diversos
planos de la realidad. Cervantes se defiende de
las inverosimilitudes que se han encontrado en la primera parte, como la misteriosa reaparición del rucio de Sancho después de ser
robado por Ginés de Pasamonte y el destino de los dineros encontrados en una
maleta de Sierra Morena, etc.
Así pues, en esta segunda entrega
Don Quijote y Sancho son conscientes del éxito editorial de la primera parte de
sus aventuras y ya son célebres. De hecho, algunos
de los personajes que aparecerán en lo sucesivo han leído el libro y los
reconocen. Tanto Cervantes como el propio Don Quijote
manifiestan que la novela pasará a convertirse en un clásico de la literatura y
que la figura del hidalgo se verá a lo largo de los siglos como símbolo de La
Mancha.
Cervantes, como narrador
homodiegético, esto es, que interviene a la par como narrador y personaje,
explica que había perdido los originales de la novela que como recurso
literario atribuye a un autor árabe (Cide Hamete Benengeli), pero que consiguió
recuperarla, de modo que puede seguir traduciéndola.
La obra empieza con el renovado propósito de don Quijote de volver a las andadas y sus preparativos para ello. Promete una ínsula a su escudero a cambio de su compañía, ínsula que, en efecto, le otorgan unos duques interesados en burlarse del escudero con el nombre de Barataria. Sancho demuestra tanto su inteligencia en el gobierno de la ínsula como su carácter pacífico y sencillo. Así, renunciará a un puesto en el que se ve acosado por todo tipo de peligros y por un médico, Pedro Recio de Tirteafuera, que no le deja probar bocado.
La obra empieza con el renovado propósito de don Quijote de volver a las andadas y sus preparativos para ello. Promete una ínsula a su escudero a cambio de su compañía, ínsula que, en efecto, le otorgan unos duques interesados en burlarse del escudero con el nombre de Barataria. Sancho demuestra tanto su inteligencia en el gobierno de la ínsula como su carácter pacífico y sencillo. Así, renunciará a un puesto en el que se ve acosado por todo tipo de peligros y por un médico, Pedro Recio de Tirteafuera, que no le deja probar bocado.
Interpretaciones del
Quijote
El Quijote ha sufrido, como
cualquier obra clásica, todo tipo de interpretaciones y críticas. Miguel de Cervantes proporcionó en 1615, por boca de Sancho, el
primer informe sobre la impresión de los lectores, entre los que
«hay diferentes opiniones: unos dicen: 'loco, pero gracioso'; otros, 'valiente,
pero desgraciado'; otros, 'cortés, pero impertinente'» (capítulo II).
La novela fue recibida
en su tiempo como un libro de entretenimiento, como regocijante
libro de burlas o como una divertidísima y fulminante parodia de los libros de
caballerías. Intención que, al fin y al cabo, quiso mostrar el autor en su
prólogo, si bien no se le ocultaba que había tocado en realidad un tema mucho
más profundo que se salía de cualquier proporción. La comicidad de las
situaciones prevalecía sobre la sensatez de muchos parlamentos.
El poeta Rubén Darío lo invocó en su Letanía de
Nuestro Señor don Quijote con este verso: «Ora por nosotros, señor de los
tristes» y lo hace suicidarse en su cuento DQ, compuesto el mismo año,
personificando en él la derrota de 1898. No fue difícil que la interpretación
romántica acabara por identificar al personaje con su creador. Las desgracias y sinsabores quijotescos se
leían como metáforas de la vapuleada vida de Cervantes y en la máscara de Don Quijote se pretendía ver los rasgos de su autor, ambos viejos y
desencantados.
Durante el siglo XIX, el personaje cervantino se convierte en un símbolo
de la bondad, del sacrificio solidario y del entusiasmo. Representa
la figura del emprendedor que abre caminos nuevos. Antes de que W. H. Auden eleve al hidalgo a los altares de la santidad,
Dostoyevski ya lo había comparado con Jesucristo, para afirmar que «de
todas las figuras de hombres buenos en la literatura cristiana, sin duda, la
más perfecta es Don Quijote». Menos
evangélicos, Gógol, Pushkin y Tolstói vieron en él un héroe de la bondad
extrema y un espejo de la maldad del mundo.
El siglo
romántico no sólo estableció la interpretación grave de Don Quijote, sino que lo empujó al ámbito de la ideología política. Don Quijote reflejaba los rasgos de la nación
en que se engendró, que para los románticos conservadores, la renuncia
al progreso y la defensa de un tiempo y unos valores sublimes aunque
caducos, los de la caballería
medieval y los de la España imperial de Felipe II. Para los liberales, la lucha contra la
intransigencia de esa España sombría y sin futuro.
El siglo XX recuperó la interpretación jocosa como la más ajustada a la de los primeros lectores, pero no dejó de ahondarse en la interpretación simbólica. Crecieron las lecturas esotéricas y disparatadas y muchos creadores formularon su propio acercamiento, desde Kafka y Jorge Luis Borges hasta Milan Kundera.
El loco de 1605, con su celada de cartón y sus
patochadas, causa más risa que suspiros, pero el sensato anciano de 1615,
perplejo ante los engaños que todos urden en su contra, exige al lector
trascender el significado de sus palabras y aventuras mucho más allá de la
comicidad primaria de palos y chocarrerías. Abundan las interpretaciones panegiristas y filosóficas en el siglo XIX.
Las
interpretaciones esotéricas se iniciaron en dicho siglo con las obras de
Nicolás Díaz de Benjumea La estafeta de Urganda (1861), El correo del Alquife
(1866) o El mensaje de Merlín (1875). En recuerdo de una España tierra de encuentro de las tres religiones
reveladas, Cervantes propondría al futuro un vasto proyecto cultural colocando
en su centro el poder del verbo.
El realismo en Don Quijote
El realismo en Don Quijote
La primera parte supone un avance considerable en el arte de narrar. Constituye una ficción de segundo grado, es decir, el personaje influye en los hechos. Éstos eran traídos y llevados a antojo, dependiendo de la trama (ficciones de primer grado). Los hechos, sin embargo, se presentan poco entrelazados entre sí. Están encajados en una estructura poco homogénea, abigarrada y variada, típicamente manierista, en la que pueden reconocerse entremeses apenas adaptados, novelas ejemplares insertadas, discursos, poemas, etc.
La segunda parte es más
barroca que manierista. Representa un avance
narrativo mucho mayor de Cervantes en cuanto a la estructura novelística: los hechos se presentan amalgamados más estrechamente y se trata ya de una
ficción de tercer grado. Por primera vez en una
novela europea, el personaje transforma los hechos y al mismo tiempo es
transformado por ellos. Los personajes evolucionan con la acción y no son los
mismos al empezar que al acabar.
Temática
El tema de la crítica literaria es constante a lo largo de toda la
obra de Cervantes. Se encuentran en la obra críticas a los
libros de caballerías, las novelas pastoriles y la nueva fórmula teatral creada
por Félix Lope de Vega.
La pareja principal (Don Quijote y Dulcinea) no llega a darse, es por eso
que aparecen diferentes historias de amor (mayormente entre parejas
jóvenes), algunas desgraciadas por concepciones de vida rigurosamente ligadas a
la libertad (Marcela y Grisóstomo) o por una inseguridad patológica (novela
inserta del curioso impertinente) y aquellas que se concretan felizmente
(Basilio y Quiteria en las "Bodas de Camacho"). También aparece el
tema de los celos, muy importante en Cervantes.
Aparece el tema de la utopía en fragmentos como el gobierno de Sancho en
la ínsula Barataria, las ensoñaciones quiméricas de don Quijote en la cueva de
Montesinos y otros. El ideal de justicia está plasmado como en las aventuras de
Andresillo, los galeotes, etc.
Originalidad
En cuanto a obra literaria, puede decirse que es, sin duda alguna, la
obra maestra de la literatura de humor de todos los tiempos. Además es la
primera novela moderna y la primera novela polifónica, y ejercerá un influjo
abrumador en toda la narrativa europea posterior.
En primer lugar, aportó la fórmula del realismo, tal como había sido ensayada y perfeccionada en la literatura castellana desde la Edad Media. Caracterizada por la parodia y burla de lo fantástico, la crítica social, la insistencia en los valores psicológicos y el materialismo descriptivo.
En segundo lugar, creó la novela polifónica, esto es, la novela que interpreta la realidad, no según un solo punto de vista, sino desde varios puntos de vista superpuestos al mismo tiempo. Torna la realidad en algo sumamente complejo, pues no sólo intenta reproducirla, sino que en su ambición pretende incluso sustituirla. La novela moderna, según la concibe el Quijote, es una mezcla de todo. Tal como afirma el propio autor por boca del cura, es una «escritura desatada»: géneros épicos, líricos, trágicos, cómicos, prosa, verso, diálogo, discursos, chistes, fábulas, filosofía, leyendas... y la parodia de todos estos géneros.
La voraz novela moderna que representa el Quijote intenta sustituir la
realidad, incluso, físicamente: alarga más de lo acostumbrado la narración y
transforma, de esa manera, la obra en un cosmos.
Trascendencia: el cervantismo
Aunque el influjo de la obra de Cervantes es obvio en los procedimientos
y técnicas que ensayó toda la novela posterior, en algunas obras europeas del
siglo XVIII y XIX es perceptible todavía más esa semejanza.Se ha
llegado, incluso, a decir que toda novela posterior reescribe El Quijote o lo
contiene implícitamente. Así, por ejemplo, uno de los lectores de Don Quijote,
el novelista policiaco Jim Thompson, afirmó que hay unas cuantas estructuras
novelísticas, pero sólo un tema: «las cosas no son lo que parecen». Ese es un
tema exclusivamente cervantino.
En España, por el contrario, Cervantes no alcanzó a tener seguidores dignos de su nombre, fuera de María de Zayas en el siglo XVII y José Francisco de Isla en el XVIII. El género narrativo se había sumido en una gran decadencia a causa de su contaminación con elementos moralizadores ajenos y la competencia que le hizo, como entretenimiento, el teatro barroco.
Solamente renacerá Cervantes como modelo novelístico en España con la llegada del realismo. Benito Pérez Galdós, gran conocedor de Don Quijote, del que se sabía capítulos enteros, será un ejemplo de ello con su abundante producción literaria. Paralelamente, la novela suscitó gran número de traducciones y estudios, suscitando una rama entera de los estudios de Filología Hispánica, el cervantismo nacional e internacional.
Continuaciones de Don Quijote
Existen varias continuaciones del Quijote. Las primeras
fueron tres obras francesas: las dos partes de la Historia del admirable don
Quijote de la Mancha, escritas por Francois Filleau de Saint-Martin y Robert
Challe, y la anónima Continuación nueva y verdadera de la historia y las
aventuras del incomparable don Quijote de la Mancha.
Don Quijote en el mundo
Uno de los más importantes cervantistas hispanoamericanos fue el chileno José Echeverría y Rubén Darío ofreció una versión decadente del mito en su cuento DQ, ambientado en los últimos días del imperio colonial español, así como en las Letanías a Nuestro Señor Don Quijote, incluidas en sus Cantos de vida y esperanza (1905). Los argentinos Alberto Gerchunoff (1884-1950) y Manuel Mújica Láinez (1910-1984) son habituales cultivadores de lo que se ha venido a llamar glosa cervantina. Se ha observado el influjo cervantino en el Martín Fierro de José Hernández y en otra obra maestra de la literatura gauchesca, Don Segundo Sombra de Ricardo Güiraldes.
Es perceptible el influjo
cervantino en la gran novela histórica de Enrique Larreta La gloria de Don
Ramiro, y Jorge Luis Borges posee
una relación tan compleja con la ficción como la de Cervantes, pues no en vano
leyó la obra desde niño y la glosó en ensayos y poemas, así como se inspiró en ella para elaborar el cuento Pierre Menard, autor
del Quijote incluido en su antología Ficciones.
En efecto, Cervantes está
presente en las grandes obras del boom hispanoamericano, empezando por las
obras Alejo Carpentier Los Pasos Perdidos y la imitación barroca en Cien años
de soledad, de Gabriel García Márquez, que es la segunda obra escrita en castellano
más traducida de todos los tiempos.
El
"quijotismo" inglés se prolonga durante el siglo XX. Gilbert Keith Chesterton recuerda a Cervantes al final de su poema
Lepanto y en su novela póstuma El retorno de Don Quijote convierte en Alonso
Quijano al bibliotecario Michael Herne. Graham Greene asume la tradición
cervantina de Fielding en su Monseñor Quijote a través del protagonista,
párroco de El Toboso, que cree descender del héroe cervantino. W. H. Auden
considera, por otra parte, a la pareja Quijote-Sancho la más grande de las
parejas entre espíritu y naturaleza, cuya relación consiste en lo que llama
projimidad cristiana.
Se ha apreciado el influjo de la inmortal novela cervantina en el Moby Dick de Herman Melville. Es más, Mark Twain era un admirador de Don Quijote y acoge aspectos de la novela en su Huckleberry Finn; William Faulkner declaró releer la obra de Cervantes cada año y afirman su huella también autores como Saul Bellow, cuya primera y más aplaudida obra, Las aventuras de Augie March (1935) le debe bastante. El importante crítico Harold Bloom ha dedicado páginas y libros de literatura comparada a la obra.
Miguel de Cervantes Saavedra
El lugar de nacimiento de Miguel de Cervantes no está establecido con absoluta certeza, considerándose como más probable que naciera en Alcalá de Henares, dado que allí fue bautizado, según su acta de bautismo, y que de allí manifestó ser natural en la llamada Información de Argel (1580).
Hacia 1551, Rodrigo de Cervantes se trasladó con
su familia a Valladolid. Por
deudas, estuvo preso varios meses y sus bienes fueron embargados. En
1556 se dirigió a Córdoba para recoger la herencia de Juan de Cervantes, abuelo
del escritor, y huir de los acreedores. No
existen datos precisos sobre los primeros estudios de Miguel de Cervantes, que,
sin duda, no llegaron a ser universitarios. Parece ser que pudo
haber estudiado en Valladolid, Córdoba o Sevilla. También es posible que estudiara en la
Compañía de Jesús, ya que en la novela El coloquio de los perros elabora una
descripción de un colegio de jesuitas que parece una alusión a su vida
estudiantil
En 1566 se establece en Madrid. Asiste al
Estudio de la Villa, regentado por el catedrático de gramática Juan López de
Hoyos, quien en 1569 publicó un libro sobre la enfermedad y muerte de la
reina doña Isabel de Valois, la tercera esposa de Felipe II. López de Hoyos
incluye en ese libro dos poesías de Cervantes, nuestro caro y amado discípulo.
Esas son sus primeras manifestaciones literarias. En estos años Cervantes se aficionó al teatro viendo las representaciones
de Lope de Rueda y, según declara en la segunda parte del Quijote,
al parecer por boca del personaje principal, «se le iban los ojos tras la farándula».
Llegó a Roma
en diciembre de 1569. Allí leyó
los poemas caballerescos de Ludovico Ariosto y los Diálogos de amor del judío
sefardita León Hebreo (Yehuda Abrabanel), de inspiración neoplatónica, que
influirán sobre su idea del amor. Cervantes se imbuye del estilo y del
arte italianos, y guardará siempre un gratísimo recuerdo de aquellos estados,
que aparece, por ejemplo, en El licenciado Vidriera, una de sus Novelas
ejemplares, y se deja sentir en diversas alusiones de sus otras obras. El 7 de octubre de 1571 participó en la
batalla de Lepanto, "la más alta ocasión que vieron los siglos
pasados, los presentes, ni esperan ver los venideros", formando parte de
la armada cristiana, dirigida por don Juan de Austria.
La mano izquierda no
le fue cortada, sino que se le anquilosó al perder el movimiento de la misma
cuando un trozo de plomo le seccionó un nervio. Aquellas
heridas no debieron ser demasiado graves, pues, tras seis meses de permanencia
en un hospital de Messina, Cervantes reanudó su vida militar, en 1572. Tomó
parte en las expediciones navales de Navarino (1572), Corfú, Bizerta y Túnez
(1573). En todas ellas bajo el
mando del capitán Manuel
Ponce de León y en el tercio de Lope de Figueroa, que
aparece en El alcalde de Zalamea, de Pedro Calderón de la Barca.
Cautiverio en Argel
Durante su regreso desde Nápoles a España, a bordo de la galera Sol, una flotilla turca comandada por Arnaut Mamí hizo presos a Miguel y a su hermano Rodrigo, el 26 de septiembre de 1575. Fueron capturados a la altura de Cadaqués de Rosas o Palamós, en la actualidad llamada Costa Brava, y llevados a Argel. Cervantes es adjudicado como esclavo al renegado griego Dali Mamí.
En los cinco años de aprisionamiento, Cervantes, un hombre con un
fuerte espíritu y motivación, trató de escapar en cuatro ocasiones. En
mayo de 1580, llegaron a Argel los padres Trinitarios (esa orden se ocupaba en
tratar de liberar cautivos, incluso se cambiaban por ellos) fray Antonio de la
Bella y fray Juan Gil. Gracias a los 500 escudos tan arduamente reunidos, Cervantes es liberado el 19 de septiembre de
1580. El 24 de octubre regresó, al fin, a España con otros cautivos
también rescatados. Llegó a Denia, desde donde se trasladó a Valencia. En noviembre o diciembre regresa con su
familia a Madrid.
El 12 de diciembre de 1584, contrae matrimonio con Catalina de Salazar y Palacios en el pueblo toledano de Esquivias. Catalina era una joven que no llegaba a los veinte años y que aportó una pequeña dote. Se supone que el matrimonio no sólo fue estéril, sino un fracaso. A los dos años de casados, Cervantes comienza sus extensos viajes por Andalucía.
El 12 de diciembre de 1584, contrae matrimonio con Catalina de Salazar y Palacios en el pueblo toledano de Esquivias. Catalina era una joven que no llegaba a los veinte años y que aportó una pequeña dote. Se supone que el matrimonio no sólo fue estéril, sino un fracaso. A los dos años de casados, Cervantes comienza sus extensos viajes por Andalucía.
Es muy probable que entre los años 1581 y 1583 Cervantes escribiera La Galatea, su primera obra literaria en volumen y trascendencia. Se publicó en Alcalá de Henares en 1585. Hasta entonces sólo había publicado algunas composiciones en libros ajenos, en romanceros y cancioneros, que reunían producciones de diversos poetas.
La Galatea apareció dividida en seis libros, aunque sólo escribió la
«primera parte». Cervantes prometió continuar la obra; sin
embargo, jamás llegó a imprimirse. Se trata de una novela pastoril, género que
había establecido en España la Diana de Jorge de Montemayor. Aún se pueden
observar las lecturas que realizó cuando fue soldado en Italia. El matrimonio con su esposa no resultó. Se
separó de la misma a los dos años, sin haber llegado a tener hijos. Cervantes
nunca habla de su esposa en sus muchos textos autobiográficos, a pesar de ser
él quien estrenó en la literatura española el tema del divorcio, entonces
imposible en un país católico, con el entremés El juez de los divorcios.
Últimos años
En 1587, viaja a Andalucía como comisario de provisiones de la Armada Invencible. Durante los años como comisario, recorre una y otra vez el camino que va desde Madrid a Andalucía, pasando por Toledo y La Mancha (actual Ciudad Real). Ese es el itinerario de Rinconete y Cortadillo.
Se establece en Sevilla, primero como proveedor de las galeras reales, y posteriormente, a partir de 1594, como recaudador de impuestos atrasados (tercias y alcabalas), empleos ambos que le acarrearán numerosos problemas y disputas puesto que era el encargado de ir casa por casa recaudando impuestos, que en su mayoría iban destinados para cubrir las guerras en las que estaba inmiscuida España. Es encarcelado en 1597 en la Cárcel Real de Sevilla, tras la quiebra del banco donde depositaba la recaudación. Supuestamente Cervantes se había apropiado de dinero público y sería descubierto tras ser encontradas varias irregularidades en las cuentas que llevaba. En la cárcel «engendra» Don Quijote de la Mancha, según el prólogo a esta obra. No se sabe si con ese término quiso decir que comenzó a escribirlo mientras estaba preso o, simplemente, que se le ocurrió la idea allí.
Desde 1604
se instala en Valladolid (por aquel entonces —desde 1601— Corte Real de Felipe
III), y en 1605 publica la primera parte de don Quijote. La segunda parte no
aparece hasta 1615. Ambas obras le
ganan un puesto en la historia de la literatura universal y convierten a su
autor, junto con Dante Alighieri, William Shakespeare, Michel de Montaigne y
Goethe en un autor canónico de la literatura occidental. Un año
antes, aparece publicada una apócrifa continuación de Alonso Fernández de
Avellaneda. Una novela escrita, al parecer, por un discípulo y amigo de Lope de
Vega de origen aragonés o por un grupo de amigos de Lope.
La influencia de Cervantes en la literatura universal ha sido tal, que la misma lengua española suele ser llamada la lengua de Cervantes.
Recopilado por Ana Luisa Morán
Maracaibo 2019
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